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Colecho o dormir juntos, una decisión de familia

Cuando nuestra familia crece, las cosas en casa cambian, buscamos asesorarnos para prepararnos y recibir al nuevo integrante. Muchas de estas recomendaciones vienen de experiencias, de familiares o amigos, sobre prácticas de crianza, que han tenido un buen o un mal resultado en la vida de los más cercanos. ¿Cómo elegimos entre tantas sugerencias? ¿Cómo saber qué es lo mejor para mi bebé y para nuestra familia? Cuando una familia consulta, hablamos de que no hay sólo una forma de hacer las cosas, cada familia y cada hijo es único y a veces lo que sirve hoy no sirve mañana. Hoy las invitamos a reflexionar sobre: el colecho, dormir con tu bebé o compartir la cama, una decisión personal, en la que algunas familias se vuelve costumbre y para otras puede no ser lo mejor.



Una de las mejores guías para tomar decisiones está relacionada con la información confiable sobre el desarrollo infantil y el del, tan nombrado, instinto materno. Los dos sentidos más desarrollados del bebé, el tacto y el oído, nos pueden dar una pista, la cercanía, las caricias y el sonido del corazón y la respiración de los cuidadores serán los primeros criterios para elegir el lugar ideal donde nuestro bebé debe hospedarse. De igual manera, ser constantes con estas prácticas, irá construyendo la base de la confianza y la seguridad en el desarrollo infantil. Mientras tenemos un bebé de brazos, como el nombre lo dice, es la piel de nuestros brazos la que comunica el calor, sensación que ellos sienten como la expresión de nuestro amor.


Para definir una alternativa sana en torno a este tema tengamos en cuenta 3 pasos:


Hablar con la pareja


Qué beneficios tiene para los tres compartir la cama, pensando en los sucesos de la noche: los despertares nocturnos, la alimentación, el cambio de pañal y el mecer. Además, cómo buscar intimidad de pareja podría ser una aventura o definitivamente una barrera.


Seguridad en la cama


- El colchón debe ser lo suficientemente firme, y que encaja bien.

- Las sábanas no deben tener lazos o cintas.

- Los padres no deben ser fumadores habituales ni haber consumido ninguna droga ni alcohol, que pueda impedirles atender al niño con prontitud.

- El peso de los padres debe permitirles tener la capacidad para darse la vuelta o moverse con soltura en la cama.

- El bebé debe dormir con la cabeza arriba.

- No taparle mucho con cobijas, los padres ya lo calientan con su cuerpo.


Pensar en los mensajes que envía nuestro hijo


El desarrollo, constantemente nos exige cambiar, en este caso, probar otros espacios, intentar menos cobijas, sin embargo una estrategia no será resistirse al intenso deseo de los bebés de estar cerca durante la noche, esto puede sentar las bases de algunas protestas a la hora de dormir y despertares nocturnos persistentes. Dormir juntos no es signo de que crecerán inseguros ni que dejaran de aprender a separarse de sus padres o de desarrollar su propio sentido de individualidad, solo por el simple hecho de dormir acompañados. 


En nuestra experiencia, las familias que más se asocian con «compartir la misma cama», son las más ocupadas en el día, dormir juntos puede ser una manera de conectarse después de haber pasado todo el día separados. De igual manera quienes aun están lactando mencionan que mientras más cerca, se facilita más la lactancia. Para las familias trabajadoras, la mezcla entre la lactancia y el colecho, provoca el mejor coctel, ya que tienden a lactar más frecuentemente durante la noche, completando los nutrientes que en el día pudieron faltar y estimulando la continua producción de leche. La cercanía al corazón y a la respiración de papá y mamá, equilibran los proceso emocionales de la noche y tranquilizan inmediatamente las molestias incomprendidas del recién nacido.


Como familia está bien lo que quieran hacer, lo que se sientan bien haciendo, será siempre lo que deben hacer, siempre que dé un resultado de tranquilidad y comodidad en ambos. Si el colecho no cumplió los 3 pasos, otra posibilidad para estar cerca, es el alojamiento conjunto, una cuna en el cuarto de los padres, que permanezca allí mínimo hasta los 6 meses, máximo hasta cuando el niño y los padres lo decidan, cuando empiezan la alimentación complementaria y cuando el sueño infantil alcanza la primera etapa, por lo que aun la pronta cercanía es esencial para el calor y la temperatura, la alimentación y el control emocional.


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